sábado, 5 de febrero de 2022

Carta no. 12

Es cierto bolita.
Lo leí muchas veces, lo escuché otras tantas y la frase no me decia nada. Pero ahora lo entiendo, tristemente lo entiendo.... 
Da miedo, da pánico
Olvidar... 
Yo no quiero olvidar.
Yo no quiero olvidarla.

Se vuelve una amenaza real, por qué la mente ya no tiene espacio, por qué los días pasan y le restan nitidez a los recuerdos, por qué envejecer es inevitable y olvidar se vuelve parte del proceso. Es como un derrumbe lento, callado, casi imperceptible, pero constante, puntual, ineludible.... Implacable. Un derrumbe que de a poco va enterrando lo que tanto nos esforzamos por proteger: esas preciosas memorias, esas vivencias, esas frases, esas miradas, esas sonrisas que desearíamos congelar en el tiempo y que muy a nuestro pesar se desdibujan ante nuestros ojos,  y nos llenan de impotencia y melancolía.
Quien tuviera un seguro contra daños a la memoria, quien pudiera hacer un respaldo fiel de todos los olores, de todos los sabores, de todos los momentos, pero sobretodo de todas las sensaciones entrañables, esas que deseamos inmortalizar con pelos y señales.

Me aferró a los archivos que tienen su nombre en la etiqueta, intento protegerlos de los segundos, de los minutos, de las horas, de los días, de las semanas, de los meses y de los años que sin pausa se van sumando a su "no estar" ... 
Todo esté tiempo ha sido muy doloroso no verla más. No encontrar esa mirada llena de amor y ese abrazo cálido que era el único consuelo seguro e incondicional que he tenido en esta vida. Necesitar su voz y sus historias y solo encontrar silencio.
Pero a pesar de esa tristeza, aún encuentro consuelo en los recuerdos. Aún hay un poco de calor en las emociones que genera pensar en todo lo vivido junto a usted. Pero si pierdo eso, si una mañana despierto incapaz de evocar su mirada amorosa, si un día quiero contar una de sus historias a mis hijos y no la encuentro, entonces será como perderla dos veces, y no sé si podría soportarlo.

Quédese aquí bolita, quédese en mi corazón y en mi memoria. Quédese para siempre. No sé me vaya ni un poquito, quédese completita, con todos los matices que su hermosa existencia dejo en mi. No quiero perder ni un cachito de mis momentos junto a usted, ni un pedacito minúsculo.

No la olvido bolita.
No la olvido.
Y pelearé con mis cansadas neuronas para no olvidarla jamás.


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