sábado, 17 de octubre de 2020

Carta No. 10

 La extraño bolita!

La extraño mucho!


No suelo ser débil, o al menos no suelo demostrarlo, no suelo sentirme vulnerable, no suelo necesitar, estoy mas acostumbrada a dar que a recibir, de hecho cuando se da el caso me incomoda recibir, no es algo que este en mi manual de conducta.

Pero hay días... días en los que hay dolor, en los que las fuerzas fallan, en los que la debilidad se vuelve imposible de ocultar y me desmorono mi viejita y me doy cuenta de lo sola que estoy, de lo desamparada que estoy, desde que usted dejo de estar.

Solo usted.

Solo a usted le importaba.

Usted es la única persona que me ha cuidado con amor en las horas flacas. ¡La única! Sin tedio, sin interés fingido, sin prisa, sin desgano.

La única persona que ante mi enfermedad o mi tristeza paraba el mundo solo para estar conmigo y cuidarme con amor infinito.

Usted fue mi madre.

Usted fue siempre mi consuelo seguro.

Usted es la única persona a la que creo que realmente le he importado en el mundo.


Y hay días... días así, días como hoy, en que siento el peso de su ausencia como una lapida que me aplasta, que me recuerda lo huérfana de afecto que me he quedado desde que usted se fue.


La extraño tanto mi viejita!

Extraño el cariño incondicional, seguro, inalterable que usted solía representar.

Extraño la aceptación total que solo en usted encontré.

Extraño realmente existir para otro ser humano.


Hasta donde este bolita, de nuevo mil gracias por tanto, por que con nada se paga tanto amor de a de veras.


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