lunes, 23 de julio de 2018

Carta No. 6

Hay cosas que no se olvidan bolita, que no se borran ni volviendo a nacer creo yo, se adhieren al alma, se vuelven parte de la escencia y van construyendo tabique a tabique el espíritu que sobrevive a todos los cuerpos, a todas las lagrimas, a todas las risas, a todas las pieles, a todos los rostros, a todas las historias, a todas las vidas....
Quizás estoy equivocada, pero así lo creo.
Creo en las almas viejas, las que llevan a cuestas tantas vidas que nacen con la mirada transparente y el corazón en calma, por que aunque la memoria de otras épocas con puntos y comas les sea arrebatada con el primer llanto, con la primera inhalación, la intuición se impone,  y llegan a este mundo sabiendo, entendiendo, conociendo, a fuerza de tanto haber vivido....

Así era usted creo yo, un alma vieja y bondadosa, que entendía que el único camino correcto es el del amor y lo único que vale la pena es darlo y recibirlo, solo eso tiene sentido en este circo absurdo en el que venimos a parar.
Por eso estar junto a usted era sinónimo de paz y confort. Por eso sigo pensando que gran parte de sus enseñanzas estarán conmigo para siempre, usted aporto en mi vida la clase de vivencias que sobreviven a todas las vidas..... y a todas las muertes. Gracias por eso.
Y aferrada a esta esperanza y a este pensamiento es que calculo que tarde o temprano nuestros caminos se volverán a  cruzar.... no se en que tiempo, no se en que forma, no se bajo que términos, pero seguro que coincidimos... y eso me reconforta.

Son misteriosos los caminos de la muerte,  de las ausencias que siguen presentes, de a donde vamos a para después de que los ojos se cierran y la respiración cesa...
En esto no hay certezas, solo suposiciones y esperanzas.... ilusiones que nos ayudan a seguir, a soportar los huecos, a ser capaces de sonreír entre lagrimas cuando los recuerdos se agolpan.
Cada quien las teje y las adorna como el corazón y la educación recibida le indican.
Algunos dibujan sus ensoñaciones a la usanza clásica, pensando que sus seres queridos van a un cielo donde San Pedro es el portero y Dios mismo el anfitrión y esperan unirse a sus seres queridos tarde o temprano, viven con temor y mueren envueltos en un aluvión de rezos que intentan hacerlos merecedores de habitar en  tan honorable casa de huéspedes, luchando por evitar a toda costa ir a parar al infierno donde a nadie le apetece tostarse por unas cuantas eternidades.
También están los del clan en el que yo crecí, pero nunca creí. Los que hablan de privilegios reservados a unos cuantos, los que afirman que después de que se fumigue el planeta y todos los pecadores impenitentes seamos borrados entonces quedaran los "buenos", los que queden con vida y los que regresen de la tumba para vivir eternamente en un flamante y perfecto paraíso...  No se si usted realmente creía eso.... yo no lo creo y juraría que en el fondo de su corazón tampoco usted.
Estamos también los que creemos que al final del día todo es materia, todo es energía... energía que no se crea ni se destruye... solo se transforma..... y bajo esa premisa las posibilidades son infinitas....y la inmortalidad esta garantizada.... yo creo firmemente en el hecho de que esa energía no es una fuerza carente de personalidad, sino que conforma eso que llamamos espíritu, esencia, nuestra verdadera identidad que va y viene navegando en la interminable linea del tiempo, mudando de piel, volviendo tangible lo intangible, acumulando lecciones, cumpliendo misiones.... creciendo, aprendiendo,  a veces por el camino del amor, a veces por el camino del dolor....  y es por eso que ningún encuentro es fortuito, cada pieza esta colocada por razones precisas obedeciendo leyes simples dictadas por la "energía mayor" de la que parte todo.... leyes flexibles que nos permiten escribir nuestras propias historias y cosechar lo que decidimos sembrar, leyes que nos obligan a ser autodidactas.

Y así.... cada quien construye sus fabulas, sus teorías.... cada quien cierra los ojos fuerte y se abraza a la creencia que le permita seguir caminando con el corazón pulverizado por la ausencia de un ser amado.

Quizás estos pensamientos sean tan absurdos como este ejercicio de escribirle a través de paginas virtuales que nunca leerá.
Pero el objetivo es el mismo: sobrevivir a la muerte de quien amamos y conservar en lo posible los puentes que alguna vez nos unieron....

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